Mas alla del Enebro

PASAJE: 1 REYES 19-1-14

En la vida de toda persona llegan momentos en los que el cansancio, el miedo o

la incertidumbre parecen abrumarnos y nos llevan a buscar refugio bajo el

“enebro”, ese lugar simbólico donde quisiéramos escondernos de nuestras

luchas y responsabilidades. El profeta Elías, una figura de gran fe y poder,

también experimentó este tipo de crisis. Su historia, nos invita a explorar cómo

incluso quienes han visto grandes victorias pueden llegar a sentirse agotados y

solos. Pero también nos muestra que allí, bajo la sombra del enebro, Dios tiene

una palabra, un nuevo propósito y fuerzas renovadas para quienes se atreven a

salir y continuar.

El enebro es un árbol o arbusto perteneciente al género Juniperus, conocido por

su resistencia y adaptabilidad en climas secos y regiones montañosas. Sus

hojas, en forma de agujas, suelen ser verdes o azuladas, y sus frutos, que en

realidad son conos redondeados y azul oscuro, se conocen popularmente como

"bayas de enebro". Estas bayas son aromáticas y han sido utilizadas tanto en la

medicina tradicional como en la gastronomía.

El GRAN PROFETA ELIAS, HABIA GANADO UNA SEÑALADA VICTORIA SOBRE

EL MAL. LA FIGURA SINIESTRA DE JEZABEL HACE QUE ELIAS SE ESCONDA.

¿Qué se siente estar bajo el enebro?

Estar bajo el enebro es experimentar uno de esos momentos en la vida en que el

alma se siente cansada, abrumada y deseosa de escapar de las luchas

cotidianas. No se trata solo de cansancio físico, sino de un agotamiento

profundo, como el que vivió el profeta Elías tras una gran victoria espiritual,

cuando la amenaza y el miedo lo empujaron a refugiarse bajo aquel arbusto en el

desierto.

El enebro: símbolo de abatimiento y soledad

Estar bajo el enebro es sentirse aplastado por el peso de las circunstancias,

experimentar un ataque de abatimiento emocional y espiritual. Es ese punto en

el que los logros previos parecen desvanecerse ante el temor, la incertidumbre o

el fracaso. El enebro representa ese lugar solitario donde las personas buscan

aislarse, ya sea por miedo, cansancio o desilusión.

 

Bajo el enebro, las emociones se tornan más intensas: la tristeza parece

inamovible, la mente se nubla y surge el deseo de rendirse, de dejarlo todo, de

quedarse quieto y oculto. Se trata de un espacio en el que la esperanza se

percibe distante y, a veces, la fe tambalea. Incluso quienes han vivido grandes

triunfos espirituales pueden verse abatidos y tentados a creer que todo está

perdido.

Bajo el enebro, la vulnerabilidad se manifiesta con honestidad. Surgen

pensamientos de autojuicio y desconfianza: Nos podemos preguntar: ¿por qué

llegué aquí?, ¿vale la pena seguir?, ¿será posible salir adelante? Bajo su

sombra, una persona puede perder de vista la obra de Dios, juzgar mal su

situación y olvidar que las crisis no definen el propósito final. La espiritualidad

se siente lejana y la indiferencia amenaza con instalarse.

Es un lugar donde se siente el abandono, la soledad, y la idea errónea de que

nadie comprende el dolor propio. Allí, las decisiones suelen estar teñidas por la

visión limitada del momento, y la esperanza parece haberse agotado.

Sin embargo, estar bajo el enebro no es solo experimentar oscuridad. Es

también el sitio donde el silencio permite escuchar la voz suave y apacible de

Dios, quien no condena ni exige, sino que ofrece descanso, alimento y la

oportunidad de renovar fuerzas. El enebro puede ser el punto de inflexión

donde, al reconocer la propia fragilidad, se abre la puerta al verdadero encuentro

con lo divino.

Dios no reprende en ese momento, sino que provee lo necesario para que la

persona reponga su espíritu y su cuerpo. Es un recordatorio de que no somos

definidos por el abatimiento, sino por la gracia que nos invita a reemprender el

camino con una visión renovada.

LOS HOMBRES MAS FUERTES TAMBIEN SE ABATEN: NADIE SE ESCAPA DE

LOS ASALTOS DE SATANAS. (1RA COR 10: 12 “ASI QUE, EL QUE PIENSA

ESTAR FIRME, MIRE QUE NO CAIGA”).

 

MUCHAS VECES ANTE DIFICULTADES, EN VEZ DE MIRAR A DIOS, CORREMOS

AL ENEBRO. LOS ABATIMIENTOS EN OCASIONES, SUELEN VENIR DESPUES

DE GRANDES AVIVAMIENTOS. UNA LUCHA TENAZ E INTENSA HACE PRESION

A NUESTRO SER. EL REMEDIO DE DIOS NO FUE UN DISCURSO DE SU

FLAQUEZA. LE DEJA QUE DESCANSE, SE ALIMENTE Y VUELVA A

 

DESCANSAR. MIENTRAS QUERRAMOS ESTAR DEBAJO DEL ENEBRO NOS

PRIVAMOS DE DIOS.

NO CONVIENE TOMAR DECISIONES DEBAJO DEL ENEBRO: NO ES ALLI

NUESTRO LUGAR, NO ES LA POSICION NORMAL DEL CREYENTE. DEBAJO

DEL ENEBRO, TODO LO JUZGARIAMOS BAJO LA VISION DE NUESTRA

CONDICION. LA INDIFERENCIA Y LA FALTA DE ESPIRITUALIDAD SE ORIGIGAN

BAJO EL ENEBRO. SOLO NOS RESTAURARA UNA NUEVA VISION DE DIOS.

¿Qué HACES AQUÍ? FUE LA PREGUNTA QUE LE HIZO DIOS EN LA CUEVA A

ELIAS. ESTE NO ES TU LUGAR, TU CAUSA NO ESTA PERDIDA.

Al mirar la historia de Elías bajo el enebro, comprendemos que la vida de fe no

está exenta de momentos de fragilidad y desaliento. Sin embargo, la experiencia

del profeta nos recuerda que el verdadero encuentro con Dios suele darse

precisamente cuando reconocemos nuestras limitaciones y dejamos de huir.

Más allá del enebro, hay un llamado a levantarse, a escuchar la voz suave y

apacible del Creador que nos invita a reemprender el camino.

La restauración no nace de la autocompasión, sino de permitir que Dios renueve

nuestras fuerzas y visión. No somos definidos por nuestros momentos de mayor

debilidad, sino por la gracia que nos levanta y nos impulsa a avanzar. Así como

Elías halló un nuevo propósito tras su crisis, también cada persona puede

descubrir esperanza y dirección al salir de su “enebro” personal.

Que este mensaje inspire a no permanecer en el refugio de la desesperanza,

sino a buscar, aún en medio del cansancio, ese encuentro transformador con

Dios que da sentido, ánimo y propósito para seguir. Mas allá del

Enebro, Hay vida, restauración y victoria.

 

Pastora Evelyn Gonzalez Otero

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TUS PLANES O LOS DE DIOS?